miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Unidad de Aprendizaje aplicada al estudio de contenidos teóricos.

Cuando nos enfrentamos a un texto con el objetivo de aprender sus contenidos de cara a un examen, a menudo lo hacemos de forma pasiva. Lo leemos y tenemos la esperanza de que toda la información que hay entre sus páginas entre en nuestra memoria, y seamos capaces de recordarla el día del examen. Sabemos que esto no ocurrirá con una sola lectura, así que leemos el texto una y otra vez con el objetivo de que la repetición logre la memorización.

Con este método aprendemos mucha información, y si entre pasada y pasada hemos subrayado la información más relevante o hemos realizado algún esquema de los contenidos, el estudio se vuelve más eficaz, pero es un método muy lento que nos consume demasiadas horas de estudio.

La actitud pasiva hacia los contenidos hace que nuestro nivel de aprendizaje sea muy poco eficiente. Para aumentar la eficacia y reducir el tiempo de estudio debemos enfrentarnos de una manera activa a la información que leemos, empezando por decidir qué es lo que queremos aprender del texto.
Este es el primer cambio que debemos realizar si queremos aplicar la filosofía de la Unidad de Aprendizaje en nuestro estudio. Podemos plantear unidades de aprendizaje para aprender los contenidos, pero primero tenemos que decidir qué información entrará dentro de cada Unidad de Aprendizaje. Los contenidos seleccionados deberán ir en función del examen para el que estemos estudiando, o de nuestros gustos personales, si es que estamos estudiando por placer.

Cuando nos enfrentamos a un texto, tenemos que hacerlo con un bolígrafo y folios en blanco a nuestro lado. Al leer lo hacemos buscando las preguntas a las que responde el texto. Y de esas preguntas, escribir en el papel aquellas cuya respuesta queramos aprender. Descartando las preguntas cuya respuesta sepamos y las preguntas que, aún no sabiéndolas, no creamos importante saber.
Un criterio que tenemos que tener en cuenta es la generalidad o especificidad de las preguntas. Cuanto más se sepa de un tema, más generales deben ser las preguntas acerca de él, pero si el tema es desconocido para nosotros debemos hacer muchas preguntas sobre él y todas ellas muy específicas. Por ejemplo, si queremos aprender cuales son las distorsiones cognitivas propuestas por Beck, y no sabemos nada de este tema, podemos empezar por preguntarnos ¿Cuántas son las distorsiones cognitivas de Beck? Siendo la respuesta correcta 6. Debemos preguntarnos también ¿Cuáles son las distorsiones cognitivas de Beck? Y la respuesta: 1- Inferencia arbitraria; 2- Sobregeneralización; 3- Abstracción selectiva; 4- personalización; 5- Maximización y Minimización; y 6- Pensamiento dicotómico. Además, podemos anotar también las preguntas ¿Qué es la inferencia arbitraria según la teoría de Beck?; ¿Qué es la sobregeneralización según la teoría de Beck? etc.
Debemos anotar las preguntas, pero nunca debemos anotar las respuestas. Las respuestas ya están en el libro y deben pasar de él a nuestra cabeza, sin hacer parada en nuestros folios. Anotar la respuesta al lado de la pregunta enlentecerá el aprendizaje. Lo ideal es que, cuando volvamos a mirar las preguntas, si no sabemos las respuestas, las busquemos en el libro o internet, pero no que las veamos escritas al lado de la pregunta, ya que si lo hacemos no habremos logrado plantearnos una auténtica Unidad de Aprendizaje, con todos sus componentes.

Para resumir: Al leer un texto debemos escribir las preguntas que sean respondidas con dicho texto. Debemos hacer preguntas muy específicas cuando no controlemos la temática y más generales cuando sí lo hagamos. Cuanto más sepamos del contenido menos preguntas debemos anotar, pero si no sabemos nada de él debemos escribir el máximo de preguntas. Por último, para no enlentecer el aprendizaje, debemos evitar anotar preguntas referidas a cuestiones que ya sepamos o a cuestiones que no nos interese aprender.

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