sábado, 29 de octubre de 2011

La mejora del Aprendizaje

Hace tiempo que me viene preocupando el tema del aprendizaje. Tras una licenciatura y dos másteres, uno orientado a la investigación y otro a la intervención, no tengo la sensación de saber mucho. Conozco muchas cosas, porque a través de estos años de formación he entrado en contacto con ellas, pero no estoy seguro de saberlas. Por ejemplo, ante un caso de hiperactividad con déficit de atención, sé que hay pruebas para evaluar y técnicas para tratar el caso, porque las he estudiado en el máster aplicado, pero no sé el nombre de esas pruebas, no sabría describir detalladamente las técnicas, ni podría decir, sin mirarlo en algún sitio, cuales son las herramientas más eficaces, tanto para evaluación como para la intervención, etc.

Está claro que si me encontrara con un caso, sólo tendría que ir y mirarlo, ya que al conocer la información y la fuente a través de la que lo hice, puedo volver a acceder a todo ese conocimiento. Además, si tuviese muchos casos de hiperactividad, la experiencia al final me sería suficiente para aprenderlo.


Sin embargo, la experiencia a veces puede ser engañosa, ya que puedes creer estar haciendo algo bueno porque encuentras resultados positivos, pero en realidad existir en la literatura procedimientos mucho mejores que desconoces, y si tienes que estar constantemente recurriendo a la literatura porque no has sido capaz de aprenderlos, eso conllevará una pérdida brutal de tiempo, tanto en la toma de decisiones, como en la evaluación y en la intervención. Algo inaceptable cuando se trata de problemas en niños, donde tienes el tiempo en contra, y también injusto si estás cobrando por unos servicios que podrías realizar mucho más rápido.

Una aparente solución a estos problemas podrían haber sido más horas de estudio por mi parte. En ambos másteres no había exámenes escritos para evaluar el conocimiento, sino ejercicios prácticos, que demostraran habilidad para realizar diversos procedimientos. Esto lleva a que las horas dedicadas el puro estudio, al empollar, al hincar los codos, se vean muy reducidas, ya que no tienes una necesidad imperante para hacerlo. Y para realizar los ejercicios prácticos puedes acceder al conocimiento teórico necesario sin necesidad de aprenderlo o memorizarlo, ya que tienes tiempo para ello. De todas formas, tampoco creo que la forma clásica de estudio sea la respuesta, pues tras 5 años de licenciatura, en la que he tenido que enfrentarme a evaluaciones del conocimiento de todo tipo (preguntas de verdadero/falso, tipo test de 3, 4 o 5 alternativas, preguntas a desarrollar, etc) el resultado de mi aprendizaje no ha sido mucho mayor. De hecho, creo que he aprendido más en los dos másteres que en los cinco años de licenciatura, a pesar de que en esta última se me “obligara” a aprender unos contenidos que, generalmente, se me olvidaban tras realizar el examen (de hecho, era terrorífico que un profesor dijera que en el siguiente examen iban a entrar los temas nuevos, y algunas preguntas de los temas de los que ya te habías evaluado).

Así que, tras 7 años de formación, tengo la sensación de saber lo que podría haber aprendido en un año con un buen método de aprendizaje.

Una luz se me encendió en la última sesión del máster aplicado. En ella teníamos como profesora a la Dra. Mapy Chávez, del Wagner College de Nueva York y directora del centro Alcanzando. Durante la exposición de la clase, nos presentó el concepto de Unidad de Aprendizaje, desarrollado por el Dr. Greeer de la Universidad de Columbia (Nueva York). La sesión formativa de ese día estaba orientada a los trastornos generalizados del desarrollo, y las técnicas que emplea la metodología ABA (Applied Behavior Analisys) para entrenar las habilidades cognitivas de estos niños hasta equipararlas con las de los niños con un desarrollo normalizado. Sin embargo, la Dra. Chávez también nos contó ejemplo de psicólogos en Nueva York, que habían usado las técnicas basadas en el concepto de Unidad de Aprendizaje, para enseñar a sus propios hijos, obteniendo como resultado que al evaluarlos en las escuelas encontraban que daban un rendimiento académico 3 o 4 años por encima de su grupo de edad, clasificándolos como superdotados. Quizás aplicar estas técnicas a niños sin problemas sea poco ético por desajustarlos respecto a su grupo normativo, pero quizás no lo sea si se usan para mejorar los conocimientos de las personas con formación universitaria o si se usan para mejorar el rendimiento de los niños que tengan cierto retraso escolar.


Durante la época previa a la sesión de la Dra. Chávez yo había estado “jugando” con el aprendizaje. Quería aprender, quería saber más, y aprovechaba cualquier ocasión para intentar aprender. En ese tiempo, mi pareja y yo, al ver una película o una serie ambientada en otra época, buscábamos información sobre esa época. Especialmente curioso fue nuestro acercamiento a la época de la Revolución Francesa, al tiempo que vimos las películas “Los miserables” y “Quills”, a través del cual me llamó la atención un fenómeno curioso: Cuando fuimos a mirar años relevantes, yo sabía cuando se fechaba el inicio de la revolución francesa, pero no cuando se promulgó la primera constitución francesa. Así que le dije a ella la fecha de la revolución, 1789, indicándole la regla nemotécnica para aprenderla, de percatarse que las 3 últimas cifras son números consecutivos: 7, 8 y 9. Para conocer la fecha de la constitución echamos mano de San Google y su amiga la Wikipedia. Días después, ambos recordábamos la fecha de la constitución: 1791, pero ella no recordaba la de la revolución, y no la recordó hasta que yo no le dije ¿te acuerdas de la regla nemotécnica? Resultó muy curioso para mí ese hecho: ella había aprendido antes una fecha menos relevante como la de la constitución, que la fecha de un evento más conocido y al que, además, se le podía aplicar una fácil regla nemotécnica. Me preguntaba dónde podría estar la clave, si habría sido sólo casualidad, si habría forma de replicar el evento, cuál podría ser la forma de hacerlo… cómo hacer que todo aprendizaje fuese rápido y puro como el de la constitución, y no necesitado de muletas, como la regla nemotécnica, e ineficaz como el aprendizaje de la fecha de la Revolución.

Todo tuvo sentido durante la sesión de la Dra. Mapy Chávez.

La fecha de la revolución yo la había ofrecido de forma mecánica, presentando los dos términos (Revolución y 1789) uno junto a otro esperando que se asociaran por arte de magia, mientras que en el caso del año de la primera constitución francesa, 1791, de forma accidental, se había presentado en un formato muy similar al de la Unidad de Aprendizaje: Es decir, se presentó el Antecedente (la duda de cuándo había sucedido), y se esperó al momento óptimo en el alumno para dar el resultado, el momento de búsqueda, un momento que se caracteriza por la curiosidad, la atención y la motivación por obtener la respuesta. Cuando ésta se produce, pregunta y respuesta quedan fusionadas por un pegamento bastante fuerte. “¿Cuándo se promulgó la primera constitución francesa?” y “1791” habían quedado unidos, sólo un par de ensayos más serían suficientes para hacerlos inseparables.

Después de esto, el siguiente paso lógico era aplicar esta tecnología de la enseñanza en mi propio beneficio.


Empecé por mi asignatura pendiente: aprender inglés. Mi nivel es bastante bajo, y tras muchos intentos para aprender por mi cuenta (ver películas en inglés, leer inglés traduciéndolo con un diccionario, escuchar canciones en inglés con la letra en inglés y en español, etc) mi nivel no había aumentado mucho.


Así que empecé a trabajar en un sistema basado en el concepto de Unidad de Aprendizaje.


Mi objetivo no era hablar inglés, sino comprender el inglés. Quiero ser capaz de leer un libro en inglés y entenderlo perfectamente, quiero ser capaz de ver una película en inglés y entenderla, quiero poder ver documentales, noticiarios, series en inglés, y comprenderlos como si estuviesen en español.

Así que, el objetivo que me marqué fue ser capaz de traducir de inglés a español. Para ello, diseñé un software que te presenta frases en inglés, por ejemplo: “You're not changing how Penny laughs” Y dos botones, uno que pone “Ok!” y otro que dice “Comprobar”. Si conozco el significado de la frase, le doy a “Ok!” y el programa me presenta la siguiente frase, si no la sé, o creo saberla pero tengo dudas, le doy a comprobar, y debajo de la frase en inglés me aparece el significado de ésta en español: “No vas a cambiar cómo se ríe Penny.”

Las frases a las que le doy a “Ok!” no me vuelven a aparecer, pero a las que le doy a comprobar me siguen apareciendo hasta que les doy “Ok!” la suficientes veces como para asegurarnos de que las he aprendido.

Este sistema está adaptado a mi nivel previo de inglés. Es decir, yo ya conozco la mayoría de las estructuras sintácticas y muchas palabras, por lo que sólo necesito ampliar mucho el vocabulario y tener mucho contacto con todas las estructuras. Para una persona con un nivel de inglés nulo se puede aplicar el mismo sistema, pero teniendo especial precaución en las frases utilizadas. Se debería empezar con una gran cantidad de frases en presente simple, aunque variando el vocabulario, y posteriormente incorporar otra estructura, por ejemplo interrogativa, al tiempo que se siguen presentado las frases en presente afirmativo, cuando se hayan hecho muchos ejemplos en interrogativo incorporar negativas, y así sucesivamente.
No obstante, gracias a mi nivel previo, podía permitirme el lujo de no controlar el tipo de frases, y simplemente exponerme al lenguaje común. Para ello lo que hice fue conseguir los subtítulos en inglés y en español de una serie estadounidense que me gusta mucho, así que las frases a las que me exponía eran las que se decían en los capítulos de esa serie. Cada capítulo tiene unas 350 frases, y yo tardaba en hacer un capítulo entero una hora y media. Después de hacerlo veía ese mismo capítulo, que dura 20 minutos, con subtíulos y audio en inglés. Así que, en total, unas dos horas para 350 frases.
Además, incorporé un sistema de registro de mi ejecución para comprobar si aprendía o no. Establecí que el programa registrara el porcentaje de veces que pulso el botón “comprobar”, es decir, el porcentaje de ayuda que necesito para entender el capítulo. Empecé necesitando un 50% de ayuda en los primeros capítulos que hice, luego logré bajar hasta un 30%, posteriormente a un 15% y ahora estoy en torno a un 10% de ayuda. Lo que significa que cuando leo los diálogos de un nuevo episodio, soy capaz de entender el 90% de lo que dicen. Es cierto que al ser de la misma serie se repiten muchas temáticas, muchas expresiones y muchas frases hechas, y seguramente si cambio a otra serie el nivel de ayuda que necesite será mayor, pero aún así, el avance ha sido espectacular.

Hasta ahora he hecho 24 episodios, o sea, unas 48 horas dedicadas al estudio. Si hubiese hecho un capítulo por día habría tardado 24 días (a veces he hecho hasta tres en un día y otros no he hecho ninguno), por lo que podría decirse que mi nivel de inglés a aumentado desde un 50% de conocimiento a un 90% (por supuesto, matizando que en el contexto lingüístico y semántico de esa serie en particular).

También debo reconocer que ahora me aburre mucho más este programa de aprendizaje. Antes me divertía y entretenía porque estaba aprendiendo, ahora que ya sé, es más tedioso hacerlo, ya que mientras que antes aprendía un 50% del tiempo ahora sólo lo hago un 10%, por lo que me tiro el 90% del tiempo leyendo frases cuyo significado ya conozco… Supongo que el programa ya ha cumplido el objetivo para el que fue diseñado, que era llevar de forma rápida y eficaz desde un nivel de comprensión del inglés bajo a un nivel medio, y eso lo hizo perfectamente. Sin embargo, llevar de un nivel medio a un nivel alto es más trabajoso usando este programa, porque se pierde mucho tiempo con vocabulario y frases que ya conozco.

De todos modos, ahora he aparcado el aprendizaje del inglés para empezar a usar estas mismas técnicas en el aprendizaje de la propia psicología, con el objetivo de presentarme al examen que da acceso a la formación de Psicólogo Interno Residente, que es una formación durante 4 años en el hospital, una experiencia que realmente te capacita y te acredita como clínico. Previa a esta formación práctica te exigen conocimientos teóricos, una garantía, en mi opinión, de la calidad profesional de los psicólogos que logran obtener el Título de Especialista en Psicología Clínica que se obtiene tras esos cuatro años en el hospital.

Por ahora no estoy construyendo ningún software aplicando el formato de Unidad de Aprendizaje, ya que en psicología ya tengo un nivel medio de conocimientos, por lo que perdería mucho tiempo exponiéndome a contenidos que ya sé, tal y como pasa ya con el programa del inglés. Más bien estoy accediendo a los contenidos de psicología que necesito aprender para el examen del P.I.R. teniendo presente los conceptos de la Unidad de Aprendizaje, y anotando aquellas preguntas cuya respuesta debería saber, para en un futuro tener a mano esos comienzos de unidad de aprendizaje. Aunque es posible que no llegue a necesitarlos, pues en el momento en el que me viene una pregunta a la cabeza mientras leo el texto, o si me encuentro con un autor que me suena pero no sé de qué, me detengo en ese punto de la lectura y busco la información que responda a mis preguntas. Por ejemplo, puedo estar leyendo sobre el psicoanálisis, y leer la fecha de publicación de “La Interpretación de los Sueños” de Freud. Si luego dos página más adelante me pregunto ¿En qué año publicó Freud la interpretación de los sueños? o simplemente me encuentro una referencia en el texto a esa obra, vuelvo páginas atrás y lo miro. En este caso creo que sólo necesité volver atrás un par de veces para aprender que fue en 1900, y posiblemente 3 o 4 vueltas atrás para aprender, que la otra obra fundamental del psicoanálisis, publicada por Freud en 1905, fue “Tres ensayos sobre teoría sexual”.

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