martes, 25 de octubre de 2011

Memoria, recuerdo y aprendizaje.


La capacidad de aprendizaje del ser humano es quizás su habilidad más importante. Gracias a esa habilidad la sociedad ha evolucionado a una velocidad vertiginosa, y gracias a ella los humanos han sido capaces de adaptarse a las condiciones de casi cualquier lugar del mundo.

Hoy día el aprendizaje es quizás incluso más relevante. La sociedad exige gran cantidad de aprendizaje para cualquier profesión, y obliga a sus miembros más jóvenes, hasta mínimo los 16 años, a permanecer en un edificio 6 horas diarias con el único objetivo de aprender.

Todos sabemos que hay personas con más facilidad para la memorización, quizás otros para la comprensión, para la conexión de ideas, etc. Pero también es cierto que desde la neurociencia se ha demostrado que la plasticidad cerebral ofrece la posibilidad a las personas de mejorar dichas habilidades por medio de la práctica,
 por lo que en teoría, todos podemos lograr una capacidad cognitiva óptima para un aprendizaje fluido. Sin embargo, la realidad es que pocas veces se tiene la sensación de haber mejorado nada con la práctica.
El estudiante universitario de 3º curso memoriza a la misma velocidad que cuando estaba en 1º, y el estudiante de oposiciones tarda tanto en aprender el tema 76 que lo que tardó en el tema 3. Si sabemos que nuestra capacidad cognitiva puede mejorar con la práctica y el entrenamiento, pero en nuestra experiencia personal no tenemos la sensación de lograrlo, quizás debamos plantearnos que la clave esté en el método usado de aprendizaje. Quizás la forma de presentar los elementos a nuestro cerebro sea la clave para que éste realice las conexiones pertinentes necesarias para el aprendizaje.


El método de aprendizaje por excelencia es la repetición. Cuando queremos aprender algo lo repetimos una y otra vez hasta que “se nos ha metido”. Esta es la forma más rudimentaria de aprendizaje y la más usada. Una forma más sofisticada es hacer esquemas y resúmenes, pero estas técnicas están orientadas al repaso, es decir, a la repetición futura, aunque sólo de la información más importante. Estas formas de aprendizaje son muy costosas, tediosas y requieren una inversión de tiempo demasiado grande. La pregunta que debemos hacernos es

¿Existen otras posibilidades de aprender de forma más rápida y eficaz?

Asumiendo las diferencias en las capacidades de cada persona, lo cierto es que una misma persona aprende a veces muy rápido y otras es incapaz de memorizar ciertas cosas por mucho que las repita. Generalmente cuando nos presentan a una persona de improviso rara vez recordamos luego su nombre, sin embargo, si hemos estado hablando largo rato con una persona desconocida, y luego le preguntamos su nombre o se lo preguntamos a otra persona, lo aprendemos con sólo una vez que nos lo digan. Al estudiar historia nos cuesta mucho aprender el año de algún acontecimiento histórico, y a pesar de las repeticiones se nos suele olvidar. A todos nos debieron enseñar en qué año empezó la I Guerra Mundial, aunque pocos lo recuerdan, y los que lo saben a menudo lo han aprendido en otra ocasión, y no en el contexto escolar. Sin embargo, cuando quedamos con alguien y nos dice “el martes a las 8 y cuarto” sólo tiene que decírnoslo una vez para que lo aprendamos (lo apuntamos en la agenda por seguridad, pero habitualmente lo seguimos recordando).


El estudio de otros idiomas es otro buen ejemplo. Se nos enseña inglés durante muchos años, y posteriormente puede que incluso nos apuntemos a una academia, y aún así nuestro nivel de inglés no es muy alto. Sin embargo, todos sabemos que viajar a un país de habla inglesa (sin hispanohablantes cerca que nos distraigan) es un método muy rápido de aprender el idioma.

¿Por qué se dan estas diferencias en lo que aprendemos? ¿Porque necesitamos muchas repeticiones para algunas cuestiones y otras las aprendemos en un sólo ensayo?

Se podría argumentar, quizás con razón, que la motivación es un factor importante. Podemos aprender en un ensayo el nombre de una persona que nos parece interesante, y ser incapaces de hacerlo con otra persona con la que la relación es menos trascendental. Podemos memorizar rápidamente una fecha relacionada con nuestra vida personal y costarnos más trabajo memorizar la fecha de un acontecimiento histórico.

No obstante, desde la psicología también se apuntan a otras claves relevantes para la facilitación del aprendizaje. En el artículo “Is the learn unit a fundamental measure of pedagogy?” de Greer y McDonough, se establece que la forma de presenter los elementos al alumno, y cómo el profesor responde al comportamiento de éste, es un factor relevante en el aprendizaje. La Unidad de Aprendizaje es una forma de presentar los contenidos al alumno y favorecer al máximo la probabilidad de que los aprenda. Está basado en la contingencia en tres términos del Análisis Experimental del Comportamiento, pero involucrando a dos actores en la situación: El alumno y el profesor. No obstante, una misma persona podría asumir los dos roles, tanto el de alumno como el de profesor.

Últimamente he puesto a prueba en varias ocasiones esta metodología, encontrando unos resultados bastante sorprendentes. El objetivo que siempre me proponía era enseñar la fecha de un acontecimiento histórico en muy pocos ensayos y sin que hubiese un proceso explícito de memorización. El aprendizaje se produjo con éxito rápidamente y se mantenía una semana después de haberse realizado.
El procedimiento a seguir era el siguiente:


Se hacía una pregunta, en estos casos: ¿Cuándo llegó el hombre a la luna?
Se daba un tiempo para que se intentara dar una respuesta correcta.
Ante una respuesta incompleta o no darse una respuesta, se ofrecía una ayuda para dar la respuesta correcta, en este caso se le indicaba el año para que, con repetirlo, estuviese dando la respuesta correcta. Pasado un breve periodo se le volvía a preguntar por la fecha. Una semana después, al volver a preguntar, en todos los casos que probé la persona la recordaba a la perfección.

Puedo intentar hacer el mismo experimento ahora mismo, planteándote a ti

¿Cuando llegó el hombre a la luna?

Si no sabes la respuesta, deberás hacer uso del amigo Google para que él te ayude a encontrar la solución.

Ahora que lo has buscado y ya lo sabes, vuelvo a preguntarte ¿Cuando llegó el hombre a la luna?

Y ya puestos ¿Que nombre tenía la nave en la que llegó?

Lo ideal sería que dentro de un tiempo más o menos largo, quizás dentro de unos minutos o la próxima vez que te sientes a comer, te vuelvas a hacer a ti mismo estas dos preguntas ¿Cuando llegó el hombre a la luna? ¿Cómo se llamaba la nave en la que llegaron? Y compruebes si aún sabes las respuestas, y en caso de no recordarlas vuelvas a mirarlas.

Lo más seguro es que si dentro de una semana alguien te hace estas dos preguntas, serás capaz de dar la respuesta correcta.


Exponernos a múltiples unidades de aprendizaje en un día aumentaría rápidamente nuestros conocimientos, y seguramente sea un método rápido y eficaz para estudiar, o más bien, para aprender. Un método que quizás merezca la pena estudiar e investigar en profundidad e intentar desarrollar una tecnología de la enseñaza completa a partir de estos principios básicos y sencillos que plantea.

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