Hoy mi novia me ha comentado una noticia que ha salido en televisión (yo no la he visto) en la que unos policías habían denunciado a un padre por dar un guantazo a su hijo delante de ellos. Posteriormente el padre parece ser que había llevado al hijo a los policías para que cuidaran de él, si eran capaces (parece ser que el niño era un bicho), la cosa es que le han denunciado por desacato a la autoridad o algo así.
Estábamos en la mesa cenando cuando lo ha contado y todos los presentes estaban de acuerdo en que un guantazo a tiempo es muy saludable y en que los policías habían hecho muy mal en denunciarle, y es que aún seguimos en la cultura de “la letra con sangre entra” en la que se piensa que la mejor y más rápida forma de educar a los hijos es a base de guantazos a tiempo.
Yo no discuto que pegar a un niño no sea eficaz, de hecho, es demasiado eficaz y se puede acabar usando más de lo que se pensaba usar en un principio… Está claro que cuando el niño se ha pasado hace ya rato de la raya y los padres están al borde del ataque de nervios pegarle les deja a ellos en la gloria (por lo de la descarga emocional y eso) y al niño más suave que una vela o llorando o lo que sea pero seguro que dejando de hacer lo que estaba haciendo.
El problema es ¿qué más hemos conseguido al pegarle? Pues hemos conseguido que aprenda que esa es la forma “correcta” de comportarse, por lo que cuando un compañero le moleste le pegará, cuando pida a alguien algo y este no lo haga le pegará, cuando su maestro le riña le pegará… y un sin fin de situaciones que pongan de los nervios al niño, tal y como estaban sus padres cuando le pegaron. Estos quizás se sorprendan de lo violento que es su hijo y pensarán que es culpa de los videojuegos y de las películas que ve.
Como dice el juez Emilio Calatayud el problema del guantazo es darlo con la intensidad adecuada en el momento adecuado, y quizás una vez llegado ese momento sea más perjudicial no darlo que darlo, pero cuando llega ese momento habría que hacer una reflexión sobre qué se ha hecho mal para que ese momento llegue, porque podría haberse evitado, podrían haberse hecho muchas cosas antes para no llegar el punto en el que se tenga que pegar.
Hace un par de semanas, en las fiestas de un pueblo cercano, una madre estaba comprando en un puesto con su hijo. Este llevaba una pistola que disparaba pompas de jabón. El problema es que a un par de metros había una churrería en la que la gente estaba comiendo y las pompas iban a parar a sus churros y chocolates. La madre dijo al niño que parara para no molestar, pero este disparó pompas con más intensidad y además esgrimiendo una diabólica sonrisa. La madre se lo repitió varias veces más pero el niño ya tomó fijación con las pompas y los churros y yo creo que hasta apuntaba a las mesas. Su sonrisa diabólica quizás sólo fuera la satisfacción de saberse ganador de esa batalla con su madre, como así resultó ser. ¿Y qué aprendió ese día el niño? Pues que daba igual lo que dijera su madre, pues él iba a poder hacer lo que quisiese. Es muy probable que esa madre e hijo lleguen a la situación “del momento adecuado” pues el niño ya no entenderá el lenguaje de las palabras y hará caso omiso de lo que le digan.
Pero yo me pregunto ¿Qué hubiese pasado si la madre, a la tercera vez que se lo dijo, le hubiese quitado la pistola y la hubiese guardado en su bolso? El niño habría llorado, habría pataleado, habría suplicado y, sobre todo, habría aprendido, habría aprendido que es una buena idea hacer caso a su madre y ya no tendría que llegar el momento adecuado en el que le diesen un guantazo con la intensidad adecuada, no tendría que llegar porque lo padres sólo tendrían que decirle “para” o “estate quieto” para que parase y se estuviese quieto.
Estábamos en la mesa cenando cuando lo ha contado y todos los presentes estaban de acuerdo en que un guantazo a tiempo es muy saludable y en que los policías habían hecho muy mal en denunciarle, y es que aún seguimos en la cultura de “la letra con sangre entra” en la que se piensa que la mejor y más rápida forma de educar a los hijos es a base de guantazos a tiempo.
Yo no discuto que pegar a un niño no sea eficaz, de hecho, es demasiado eficaz y se puede acabar usando más de lo que se pensaba usar en un principio… Está claro que cuando el niño se ha pasado hace ya rato de la raya y los padres están al borde del ataque de nervios pegarle les deja a ellos en la gloria (por lo de la descarga emocional y eso) y al niño más suave que una vela o llorando o lo que sea pero seguro que dejando de hacer lo que estaba haciendo.
El problema es ¿qué más hemos conseguido al pegarle? Pues hemos conseguido que aprenda que esa es la forma “correcta” de comportarse, por lo que cuando un compañero le moleste le pegará, cuando pida a alguien algo y este no lo haga le pegará, cuando su maestro le riña le pegará… y un sin fin de situaciones que pongan de los nervios al niño, tal y como estaban sus padres cuando le pegaron. Estos quizás se sorprendan de lo violento que es su hijo y pensarán que es culpa de los videojuegos y de las películas que ve.
Como dice el juez Emilio Calatayud el problema del guantazo es darlo con la intensidad adecuada en el momento adecuado, y quizás una vez llegado ese momento sea más perjudicial no darlo que darlo, pero cuando llega ese momento habría que hacer una reflexión sobre qué se ha hecho mal para que ese momento llegue, porque podría haberse evitado, podrían haberse hecho muchas cosas antes para no llegar el punto en el que se tenga que pegar.
Hace un par de semanas, en las fiestas de un pueblo cercano, una madre estaba comprando en un puesto con su hijo. Este llevaba una pistola que disparaba pompas de jabón. El problema es que a un par de metros había una churrería en la que la gente estaba comiendo y las pompas iban a parar a sus churros y chocolates. La madre dijo al niño que parara para no molestar, pero este disparó pompas con más intensidad y además esgrimiendo una diabólica sonrisa. La madre se lo repitió varias veces más pero el niño ya tomó fijación con las pompas y los churros y yo creo que hasta apuntaba a las mesas. Su sonrisa diabólica quizás sólo fuera la satisfacción de saberse ganador de esa batalla con su madre, como así resultó ser. ¿Y qué aprendió ese día el niño? Pues que daba igual lo que dijera su madre, pues él iba a poder hacer lo que quisiese. Es muy probable que esa madre e hijo lleguen a la situación “del momento adecuado” pues el niño ya no entenderá el lenguaje de las palabras y hará caso omiso de lo que le digan.
Pero yo me pregunto ¿Qué hubiese pasado si la madre, a la tercera vez que se lo dijo, le hubiese quitado la pistola y la hubiese guardado en su bolso? El niño habría llorado, habría pataleado, habría suplicado y, sobre todo, habría aprendido, habría aprendido que es una buena idea hacer caso a su madre y ya no tendría que llegar el momento adecuado en el que le diesen un guantazo con la intensidad adecuada, no tendría que llegar porque lo padres sólo tendrían que decirle “para” o “estate quieto” para que parase y se estuviese quieto.
3 comentarios:
Como se nota que no sabes nada.
Mis padres era de "un guantazo a tiempo no hace daño", hoy en día con 20 años no me encuentro bien el cerebro parece que no me funciona y en entre otras cosas no puedo afrontar el estrés. Estoy a la espera del neurologo, según apuntan los indicios podría sufrir el Sindrome de Fatiga Cronica. Este suele ocurrir en niños que han padecido demasiado estrés (por malviolencia en mi caso) en su infancia y ahora tienen níveles bajisimos de cortisol, hormona que controla el estrés.
Me alegro de que a otros no les haya causado "ningún trauma" porque en mi caso llevo toda la vida encontrandome mal y leyendo libros de psicologia, neurología etc. Te recomendaría "Por tu propio bien" de Alice Miller, es un libro interesantisimo de ámbito divulgativo.
uff, perdona no había leido todo el texto. De todas formas yo creo que la violencia no debaria usarse en ningún caso.
Anonimo de antes.
Ok, no importa. Ya me había puesto a revisar mi entrada por si había escrito alguna barbaridad en un momento de emoción alta, pero al empezar a leer he ido comprendiendo que no la habías leído entera o no la habías entendido bien.
Lamento que tu padre fuese tan bruto, obviamente, aunque se pueda defender dar un cachete, nadie en su sano juicio defendería que se golpee a un niño hasta causarle lesiones.
Por cierto, te recomendaría consultar también a un psicólogo y/o a un neuropsicólogo si tienes alguno cerca, ya que es bueno contar con la opinión de distintos profesionales que incluso pueden proporcionarte diferentes tratamientos.
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