Muchos son los que se preguntan: Si Dios existe y es tan bueno y bondadoso ¿por qué permite tantas desgracias en el mundo? La razón es sencilla: Está de baja por depresión…
¿Cómo es posible que Dios esté de baja por depresión si es un ser todopoderoso? Esa es, de hecho, la razón de su problema. Imaginemos ser seres todopoderosos, que pudiésemos cumplir cualquiera de nuestros deseos. Podríamos desear estar con la persona más atractiva del mundo y ¡Paf! concedido. Después podríamos desear todo el dinero del mundo… ¿para qué dinero? podríamos tener lo que quisiésemos sin él. ¿Queremos el mejor coche? pues… ¿y para qué un coche? sólo tenemos que desearlo y estaremos en cualquier lugar del mundo. Aunque, como seres todopoderosos que somos, también podríamos traer cualquier lugar del mundo ante nuestra presencia. No necesitaríamos movernos…
Si queremos ver una película no necesitamos ni televisión, se puede proyectar delante de nosotros, o mirarla como si estuviésemos dentro de ella, o mejor aún, no necesitaríamos ni siquiera verla, pues con solo desear haberla visto ya es suficiente. O leer un libro, o ciento, ni siquiera necesitamos pasar página a página, sólo desear haber leído todos los libros del mundo y ¡paf! todos los libros leídos, todo el conocimiento. Podríamos desear haber visto todas las películas, haber conocido a todo el mundo, que todas las personas nos admiren y deseen, haber tenido relaciones sexuales con todas las personas que nos resultaran atractivas… las posibilidades serían infinitas, como seres todopoderosos que seríamos… Y así está Dios, como ser todopoderoso, sentado en un sillón, con la mirada perdida en el infinito y sin ganas de hacer NADA porque ya lo ha hecho TODO. Ya tiene todo lo que deseaba y ha disfrutado de todo lo que quería disfrutar, y tantas veces que carece de sentido volver a hacerlo. Piensa, a veces, que quizás la solución sería borrarse la memoria, para así empezar de nuevo, y es en ese momento cuando las lágrimas acuden a sus ojos y comienza a llorar amargamente pues ¿de qué serviría borrarse la memoria? En poco tiempo volvería a la misma situación… Y así está Dios, sin ganas de hacer nada, pues nada merece la pena, con ganas únicamente de llorar…
Tal vez, como ser todopoderoso que es, podría simplemente desear ser feliz y ¡paf! sería feliz… pero sabe que, si ahora que es todopoderoso no es feliz, la solución para serlo sería dejar de serlo. Convertirse en un ser mundano, normal, sin poderes, que tendría que viajar para llegar a un lugar, que tendría que conquistar a otro ser para poder tener relaciones y asumir el riesgo de ser rechazado, que tendría que trabajar para conseguir los objetos que deseara, que tendría que leer para saber el contenido de un libro… En esencia, que esa felicidad implicaría dejar de conseguir todo lo que desea.
Y es que quizás el error es pensar que la felicidad es conseguir todo lo que uno quiere… y ese es un grave error que nos crea una gran insatisfacción… La felicidad es caminar por el camino por el que deseamos hacerlo, pero CAMINAR, no llegar al lugar. La felicidad es luchar por las cosas que realmente nos son importantes… es, en definitiva, vivir NUESTRA vida, vivir nuestra vida aunque las cosas no nos vayan del todo bien. Vivir nuestra vida aunque no tengamos todo lo que deseamos… Luchar por lo que queremos, perseguir nuestros sueños… y, sobretodo, disfrutar haciéndolo.
¿Cómo es posible que Dios esté de baja por depresión si es un ser todopoderoso? Esa es, de hecho, la razón de su problema. Imaginemos ser seres todopoderosos, que pudiésemos cumplir cualquiera de nuestros deseos. Podríamos desear estar con la persona más atractiva del mundo y ¡Paf! concedido. Después podríamos desear todo el dinero del mundo… ¿para qué dinero? podríamos tener lo que quisiésemos sin él. ¿Queremos el mejor coche? pues… ¿y para qué un coche? sólo tenemos que desearlo y estaremos en cualquier lugar del mundo. Aunque, como seres todopoderosos que somos, también podríamos traer cualquier lugar del mundo ante nuestra presencia. No necesitaríamos movernos…
Si queremos ver una película no necesitamos ni televisión, se puede proyectar delante de nosotros, o mirarla como si estuviésemos dentro de ella, o mejor aún, no necesitaríamos ni siquiera verla, pues con solo desear haberla visto ya es suficiente. O leer un libro, o ciento, ni siquiera necesitamos pasar página a página, sólo desear haber leído todos los libros del mundo y ¡paf! todos los libros leídos, todo el conocimiento. Podríamos desear haber visto todas las películas, haber conocido a todo el mundo, que todas las personas nos admiren y deseen, haber tenido relaciones sexuales con todas las personas que nos resultaran atractivas… las posibilidades serían infinitas, como seres todopoderosos que seríamos… Y así está Dios, como ser todopoderoso, sentado en un sillón, con la mirada perdida en el infinito y sin ganas de hacer NADA porque ya lo ha hecho TODO. Ya tiene todo lo que deseaba y ha disfrutado de todo lo que quería disfrutar, y tantas veces que carece de sentido volver a hacerlo. Piensa, a veces, que quizás la solución sería borrarse la memoria, para así empezar de nuevo, y es en ese momento cuando las lágrimas acuden a sus ojos y comienza a llorar amargamente pues ¿de qué serviría borrarse la memoria? En poco tiempo volvería a la misma situación… Y así está Dios, sin ganas de hacer nada, pues nada merece la pena, con ganas únicamente de llorar…
Tal vez, como ser todopoderoso que es, podría simplemente desear ser feliz y ¡paf! sería feliz… pero sabe que, si ahora que es todopoderoso no es feliz, la solución para serlo sería dejar de serlo. Convertirse en un ser mundano, normal, sin poderes, que tendría que viajar para llegar a un lugar, que tendría que conquistar a otro ser para poder tener relaciones y asumir el riesgo de ser rechazado, que tendría que trabajar para conseguir los objetos que deseara, que tendría que leer para saber el contenido de un libro… En esencia, que esa felicidad implicaría dejar de conseguir todo lo que desea.
Y es que quizás el error es pensar que la felicidad es conseguir todo lo que uno quiere… y ese es un grave error que nos crea una gran insatisfacción… La felicidad es caminar por el camino por el que deseamos hacerlo, pero CAMINAR, no llegar al lugar. La felicidad es luchar por las cosas que realmente nos son importantes… es, en definitiva, vivir NUESTRA vida, vivir nuestra vida aunque las cosas no nos vayan del todo bien. Vivir nuestra vida aunque no tengamos todo lo que deseamos… Luchar por lo que queremos, perseguir nuestros sueños… y, sobretodo, disfrutar haciéndolo.
2 comentarios:
Fantástico
Gracias por su publicación.
Abrazos.
Gracias Joaquim. Un placer que me leas y me comentes.
Saludos
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