Hoy he tenido la desgracia de escuchar cómo una reportera de Espejo Público, de Antena 3, decía que el asesinato de Marta del Castillo se conocía como el asesinato de la generación de internet, algo que me parece bochornoso y producto del continuo morbo que buscan los medios de comunicación.
Por lo que yo entiendo, ni el tuenti ni internet en general han tenido relación alguna en este desgraciado suceso. Internet sólo sirvió para ayudar en su búsqueda, al igual que la colocación de carteles en las calles, pero, gracias a las nuevas tecnologías, de una forma más rápida y efectiva, por lo que considero que el título es completamente absurdo, como lo sería llamar “el caso de los carteles de se busca” al primer acusado que se intentó buscar con este tipo de carteles.
Antena 3 y el resto de medios de comunicación que intentaron, deliberadamente, asociar las redes sociales con su desaparición, deberían pedir disculpas públicas por haber incitado al miedo hacia este tipo de redes, por su supuesta relación con este delito.
Por lo que yo sé a través de la información sesgada de los medios es que a Marta la mató un chaval cuya existencia tiene una dudosa utilidad y que fue, además, apoyado por amigos suyos que, en vez de avisar en ese momento a la policía, decidieron respaldar a su “colega”, por lo que deberían ser acusados del mismo delito y pagar la misma pena, una pena que, en principio, no debería tener el objetivo de rehabilitar, sino de castigar, aunque eso no excluya que se intente que, cuando esos desgraciados vuelvan a la sociedad, no vuelvan a cometer una atrocidad igual.
También quiero resaltar que no deberíamos haber esperado a que ocurriera esto para castigarlos, ya que no es un acto que de repente se le haya ocurrido hacer a este desgraciado, ni una muestra del machismo imperante, sólo es otra muestra más (aunque diferente de forma cuantitativa) de lo que seguramente ya hacía él y sus amigos para funcionar en la vida. Lo que quiero decir es que todos los que lo conocieran deben o deberían saber que no era una “buena persona”. Es cierto que escuché a uno que lo conocía, que fue lo suficientemente listo como para no enseñar su cara (porque mejor ocultarla teniendo en cuenta las estupideces que decía), decir que “es un chaval normal, con sus más y su menos, pero como todos”. Respecto a esto, quiero decir que, si para ese tío “era un chaval normal” tiene un problema con su criterio de normalidad. Opiniones de este tipo las he visto en otro delitos, por ejemplo de violencia de parejas, en las que siempre sale alguna vecina diciendo: “Pues muy sorprendida, porque se le veía un hombre normal” a lo que repito lo mismo: La cuestión aquí no es que “él fuera normal” sino que la entrevistada tiene atrofiado el concepto de normalidad.
Y es que el concepto de normalidad está siendo demasiado tolerante, llevándonos a aceptar comportamientos que no son más que la antesala de delitos a los que ya no consideramos tan normales… En el caso del asesino de Marta, sus antecedente son bastante claros. Por lo que he escuchado, que puede aproximarse más o menos a la verdad, ya que puede estar sesgado por las fuentes por las que me han llegado, Miguel ya había cometido ciertos delitos, como robos. Además, su relación con las mujeres era un poco extraña, ya que algunas niñas que tuvieron la decisión “tan acertada” de estar con él, han dicho que les ponía los cuernos, incluso con varias mujeres a la vez, y además, estaba viviendo en la casa de su novia de 15 años, algo que había que reprochar a los padres de esta, porque parece mentira que permitan esto ¿A qué punto estamos llegando? Además, y sin necesidad de que nadie me lo diga, apuesto lo que sea a que era violento, buscando pelearse cuando saliera a divertirse y respondiendo de forma violenta ante aquellos que no le daban lo que deseaba, como hizo con Marta…
¿Le sorprende a alguien que el tal Miguel fuese capaz de hacer un acto tan cruel? Todo su entorno ha ayudado a convertirlo en el monstruo que ahora es, todos los que se relacionaban con él, en vez de rechazarlo por sus comportamientos violentos, todas las niñas que estuvieron con él a pesar de ser un chulo machista que no respetaba a las mujeres, todas sus suegras que le hayan permitido vivir en su casa en vez de recriminar a sus hijas por estar con un tipo así, todas las leyes judiciales que no lo castigaron cuando fue agresivo con otras personas o robó, aunque robara un euro y su agresión fuese mínima. Si una persona no recibe consecuencias negativas por sus malos actos y en cambio sí recibe cosas buenas por ellos, es normal que siga haciéndolos y que además incremente su intensidad.
No nos pasemos en “progresismo” y “modernidad”. Si no queremos que se den ciertos comportamientos no podemos esperar a que se produzcan para castigarlos, sino que tenemos que empezar censurando la antesala de esos comportamientos, castigando los “delitos menores” para no dar nunca pie a los “delitos mayores”, para que no se perpetúen ciertos patrones de comportamientos inadecuados, y sí fomentar y premiar aquellos comportamientos que son más correctos.
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